La libertad (es la cárcel más
grande de todas las cárceles)
Otra negra nube viene a arrancarme el corazón
con su lluvia de platino gullotina del amor,
ya no quiero más mentiras con collares
de emoción,
sólo quiero despertarme en el sueño
de morir.
Dame un cielo donde pueda arañar la libertad,
dame un cielo donde pueda besar a la oscuridad.
Que brillantes son las calles cuando el latido
se va,
negro y oro enamorados cuando el sol se empieza
a ahorcar,
ya no quiero más mentiras con postizos
de ilusión,
sólo quiero despertarme en el sueño
de morir.
La libertad es la cárcel más grande
de todas las cárceles,
la libertad es la cárcel más grande
de todas las cárceles.
Mis pestañas sólo son agujitas
de dolor
y mis ojos hondos lagos de desesperación.
Dame un cielo donde pueda arañar la libertad,
dame un cielo donde pueda abrazar la eternidad.
La libertad es la cárcel más grande
de todas las cárceles,
la libertad es la cárcel más grande
de todas las cárceles.
Negro y oro enamorados cuando el sol se empieza
a ahorcar
sólo quiero despertarme en el sueño
de morir.
La libertad es la cárcel más grande
de todas las cárceles,
la libertad es la cárcel más grande
de todas las cárceles.
La navaja automática de tu voz
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
mientras un sueño dibuja en mi piel con
sus uñas.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
cociendo en mi hombro una falsa caricia.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
hurdiendo un latido en estas tristes ventanas.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
triturando el vidrio de mis pensamientos,
de mis pensamientos.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
evocando la hez de oro que silbaba tu aliento.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
oradando con mis ojos el terror del silencio.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
lanzando flechas de amor a los culos de los besos.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
con la negra voz de dios escupiendo sucios versos,
escupiendo sucios versos.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
siento que tus tacones van apareciendo.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
que inyectará en mi oido el más
largo de los besos.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
que ya me está cortando con el traidor
de tu aliento.
Fumando espero la navaja automática de
tu voz
que ya me está cortando con el traidor
de tu aliento.
Herida de luna
La luna ha vuelto a entrar por mi ventana
y le curado las dentelladas de lobo
de aquella fría noche
cuando los gitanos no hallaban luz en las estrellas.
La luna ha vuelto a entrar por mi ventana
con sus zapatos rotos de cristal,
hemos sangrado toda la noche junto a una estufa
vieja,
pasada la media noche de nuestra triturada juventud.
Las guitarras de los muertos las heredan los
heridos.
La luna ha vuelto a entrar por mi ventana
y he dormido con ella,
no es tan blanca como crees,
la luna es negra
y su sangre dulce como la de una princesa
Canción de amor de mar
Ratita presumida te voy a cazar
con una red de besos que no sirve en el mar.
Embeleso en el sangrar de un loco violín
enclenque de naranja, violeta de bailar,
que pisa el micrófono donde iba yo a cantar.
Tu espuma mil colores de olas de canción.
Un espejo de cieno salpicado de cielo
donde nuestras caras suenan a gotitas cascabeles
manchadas de nieve en la playa de un mar,
manchadas de nieve en la playa de un mar.
La brisa de tus sienes,
rugidos de león del mar,
muñecas de corcho que no llevan reloj
donde los alfileres no pueden entrar,
donde los alfileres no pueden entrar.
Ratita presumida te voy a cazar
con una red de besos que no sirve en el mar
Donde no siembra el mal
Esa cara arrugada
con gemidos de babas
de viejo podrido,
navaja oxidada,
ya no te tocará,
ya no te besará
y esas cosas torcidas no te las dará.
Porque yo lo he amarrado
de su cuello a una rama
con su corbata a un árbol,
rodeado de cardos,
con el sol abrasando
y ahí se quedo colgando
como un saco de sangre
que ya nunca hablará,
y ya nunca andará
en tus blancas piernitas
ese sucio chacal.
Caballito arco iris,
caballito arco iris
tu galoparás sobre migas de pan
que tu niña echará,
que tu niña echará
haciendo una senda
que lleva a una tierra
donde no siembra el mal,
donde no siembra el mal.
Tormenta de tormento
Están los rascacielos mordiendose la cola
como un largo silencio ahorcado en un lamento.
Las grietas se aferran con sus brazos a la tierra,
como un mar de odio ciego es la medalla de su
peso.
Sobreviviremos,
sobreviviremos,
sobreviviremos,
sobreviviremos.
Mientras insultemos a nuestros insultos.
Mientras insultemos a nuestros deseos.
Las cruces envidiosas ardiendo del revés,
pendiendo a nuestros hijos quemados en incienso.
Esta es nuestra tormenta de tormento,
es nuestra tormenta de tormento.
Que no escupe lluvia,
que no riega el suelo,
que estrangula corazones en el caldo del miedo.
Esta es nuestra tormenta de tormento,
es nuestra tormenta de tormento.
Desertiza nuestra sangre,
nos hunde en el olvido,
quemando a las brujas,
azuzando a los necios.
Esta es nuestra tormenta de tormento,
es nuestra tormenta de tormento.
Están los rascacielos mordiendose la cola
como una santa guerra aplastando nuestros besos,
los pescados rojos adornan nuestros duelos,
sus gritos nos aman,
nos venden sus cuerpos.
La cárcel de las nubes siempre nos espera,
enredando nuestros nervios en el laberinto.
Cielo-Infierno.
Esta es nuestra tormenta de tormento,
es nuestra tormenta de tormento.
Tormenta de tormento,
tormenta de tormento,
tormenta de tormento.
Hermanos de corazón
Boca de lobo en tus pupilas,
la noche vestida como aquel primer día
en el despertar del viento caido.
Sueños de oro, las pesadillas,
cabezas doradas muertas al alba.
Fantasias que duelen,
fantasias que matan.
Hoy voy a darte todas mis manos
como vieja lumbre en la niña aurora
sobrevolando las grises cenizas.
Amar-morir,
amar-matar,
arando con nuestro amor cielo e infierno,
pudiendo sublimes como nace el invierno.
Voy a sacarte de la niebla de carne
que nos ciega las voces
que nos mutila el alma,
de allí saldrás mi amor
con corona de hada.
Nos vamos a hundir en balsas oscuras,
será nuestra luz la de mil candiles
de una feria desnuda de sirenas de espinas.
Una canción de margarita
con sangre bonita en nuestras venas,
al ritmo del corazón que sigue latiendo.
Sin confundir,
sólo latiendo.
seremos hermanos,
hermanos de vino.
Seremos hermanos de incesto divino.
Hermanos de corazón,
hermanos de sangre.
Malsoñando
En el motor hecho jirones,
la chatarra de tu piel es una montaña,
es una montaña, es una montaña.
Desde el espejo de mis gafas,
viendo carreras de motos en mi calle,
en mi calle, en mi calle.
Desde el espejo de mis gafas,
miro carreras de medias en mi calle
y ellas en mi se pueden ver.
Esquiando por los terraplenes con la tapa de
un water,
comiendo ranas asadas con mechero;
espadas hechas con dedos de obra,
y la cena siempre espera en la lumbre,
en la lumbre, en la lumbre.
Nos aturden los gritos de madre
reclamando a Miguel Angel con acento de emigrante.
Día de lucha de los viquingos,
de los pitillos robados,
dreándose contra la banda del escorpión,
y alrededor la sangre
en los palos de polo de fresa,
en los palos de polo de fresa,
en los palos de polo de fresa.
Las ruedas del camión van dividiendo las
piernas
de aquella gorda señora que ya tiró
su basura.
Desde el espejo de mis gafas,
viendo los culos deshechos por los hijos,
por los hijos, por los hijos.
El húmedo cartón de la chabola
a empezado a empañar mis gafas.
Y obserbar es casi como estar malsoñando,
malsoñando, malsoñando, malsoñando,
malsoñando, malsoñando, malsoñando,
malsoñando.
Mueve el vientre
Dagas en común,
almas afiladas,
pechos sembrados de espinas,
sembrados de espinas.
Augurios de derrota en un trapecio
de epilepsia traen los hermanos sementando.
Donde estará la llave para abrir pausadamente
tu palido cuello, tu palido cuello.
Escurridizos bailamos,
sorviendo con pajita unas celulas nerviosas,
no nos atosiges,
criticando nuestra carne de punta de tenedor.
Mueve el vientre con dolor,
mueve el vientre chica con dolor,
con dolor.
Mueve el vientre con dolor,
mueve el vientre chica con dolor,
con dolor.
Funámbulos de navaja
dinamitaremos a la lacia generación,
santo reflejaremos en arenas movedizas
ira fría en nuestros huesos.
Sonrisa de chica lista de atentos ojos
a través de caliente temlor, queman en
el sexo.
No me toques, no me toques
pero lameme el escozor de mi laberinto,
de mi laberinto.
Mueve el vientre con dolor,
mueve el vientre chica con dolor,
con dolor.
Mueve el vientre con dolor,
mueve el vientre chica con dolor,
con dolor
Ladrada del afilador
Hemorragia bonita de tierna chiquita,
tumbada en la nieve, perdida en el monte,
almendras en los brazos, en los brazos
.
Miguel Ángel era el afilador de los pueblos
de la ribera del Jotador.
En Varenda lo acusaron de robar tres ovejas el
día de San Adán,
para dar de comer al lobo que tenía encerrado
en su caserón.
Maldita madera del caserón que la iglesia
abandonó.
Miguel Ángel era el afilador, herencia
que su padre le dejó,
no era un ladrón, mimaba las hachas los
cuchillos y navajas,
hoces y flechas de amor, entre el humo de la
leña bandera de chimeneas
espíritu de las calles donde la gente
imitaba amargada ademanes de ciudad.
Hemorragia bonita de tierna chiquita,
tostada por el sol, perdida en el monte,
aceitunas en los brazos, en los brazos.
Blandían la muerte con amenazas de sogas
y ancianas escopetas de caza,
allí donde la justicia era tomada
por cualquier encallecida mano.
Vino de invierno, noche sin luna.
Miguel Ángel despertó ardiendo
en su colchón con el infierno alrededor
agarrándole los ojos a la vida de un salto
se puso en pie
y apagándose su arder con el saco que
era su manta
corrió despavorido hacia la oscura habitación
donde aullaba su idiota hermano
al que por lobo tomaban, los aullidos en gritos
se tornaban
y la puerta dilatada quedó atascada Miguel
Ángel golpeaba, golpeaba, golpeaba,
mientras iban creciendo las voces de las llamas,
madera endemoniada.
Al final casi en ascuas la puerta derribó
y allí Miguel Ángel halló
la viga roja de la ira
que partió a su hermano en dos.
Humo de huesos y de negras esperanzas
empujado por aquel frío viento de febrero
que hasta el ultimo pilar de aquella gigante
pira derrumbó.
Hemorragia bonita de tierna chiquita,
mojada por la lluvia, perdida en el monte,
uvas en los brazos, en los brazos.
Las gentes de la rivera olvidaron al afilador,
un embrujo del silencio de sus mentes lo arrancó
y ya nunca nadie supo que significaba "afilador"'.
Era primavera y las niñas celebrando su
comunión
cantaban en amapolas empapadas de candor,
esa tarde la hija de Amos Brenan en el monte
desapareció
entre valses de abejas y amores de colores.
A la mañana siguiente la encontraron,
piel de ángel desgarrada
entre el blanco raso de su encarnación.
Hemorragia bonita de tierna chiquita,
bajo el cielo azul, perdida en el monte,
mariposas en los brazos, en los brazos.
Miguel Ángel era el afilador,
en el techo de su cueva casi en el centro de
la tierra
hay pintadas con yeso estrellas y en un rincón
dormida su bicicleta,
las paredes se iluminan con el llanto de una
vela reflejo de bellos filos,
hojas que no caen en otoño y la rueda
de esmeril afilando allí sus sueños
y desde hace ya cien meses allá escondido
vive
y una niña que se pierde en cada estación
del año
y una niña que no vuelve en cada estación
del año.
Esta es la ladrada de Miguel Ángel el
afilador,
yo la ladro como un perro,
las noches de San Adán entre suspiros
de tormenta
cuando la lejana flauta suena, flauta del afilador
No vayas chiquita al monte que allá los
cuchillos vuelan,
recuerdos en tinieblas y bonitas piernas.
Suceso
El pelo negro espeso,
brillando en la noche como si el sol estuviera.
Un traje azul celeste con dos botones ardiendo
y tréboles de cobre endulzando sus solapas.
Labios rojos de estrella olvidada
sujetando medio cigarrillo dorado,
espirando humo violeta.
Rostro tranquilo,
alumbrado de piel de recién,
de recién nacido
y las manos en los bolsillos.
Corbata ancha con escenas de guerra bordadas
y un alfiler de punta envenenada.
Botas de piel de mujer blanca,
caminando lento,
sonando como el crujir de las barcas.
Elegante viene, elegante viene.
Despacio se acerca a tu alma
para violarte, para violarte.
Chatarra de sangre y cielo
Estamos mordidos por nuestro propio vampiro;
nuestros ojos violetas son la sombra de unos
labios;
al lomo de la escopeta cabalgamos al revés,
infinito hacia abajo por esta calle de hielo.
Porque somos chatarra de sangre y cielo,
chatarra de sangre y cielo para el amor.
Pis de alambreque comienza en la cabeza
y acaba atravesando nuestro pobre corazón.
Los martillos de ortiga de mi garganta de cuero
van masticando la luna esta noche de canción.
Hemos dinamitado las nubes como algodón,
las hemos besado, recordado y olvidado.
Esta noche cantamos, bailamos, reimos
y lloramos bajo el sol colgado del amor.
Porque somos chatarra de sangre y cielo,
chatarra de sangre y cielo para el amor.
Tenemos pasteles de cabello de diablo
para dar de mamar a las flores que nos duelen;
sudamos guindas de tarta de boda
al terciopelo que vaga por el cielo gris.
Nos cuelgan las piernas sentados en el gran corazón
que estallará dejando la hierva azul.
Nuestra noria rueda alrededor de la hoguera
porque en nuestra sangre siempre es Navidad.
Y es que somos chatarra de sangre y cielo,
chatarra de sangre y cielo para el amor.
Nada más que eso somos
chatarra de sangre y cielo,
chatarra de sangre y cielo para el amor.
Buen horror
Ya no hay soles,
ni amores,
ni dolores
en los colmillos de tu voz.
Ya no hay ficción
en la lluvia de tus pechos,
ni campanas en tus caderas.
Haces solitarios con las cartas
que el pasado te dejó,
en este iris del buen horror.
Ya no hay hombres ni mujeres
en tu adiós,
ni colmillos en tu voz.
En este iris del buen horror.
En este arco iris del buen horror.
En este iris.