Desde tu herida
Una gota de miel viene desde tu herida
hacia mi boca mientras llueve desde el suelo
al cielo.
Una gota de miel viene desde tu herida
hacia mi boca mientras el gas no me ahoga,
el gas no ahoga, el gas no ahoga, no tiene manos,
no tiene sombra.
Una gota de miel viene desde tu herida
hacia mi boca y parece que el polvo coagula en
la suerte.
Las uñas rotas de arañar silencios
y un grito blanco muere en mi boca.
Es una pena...
Una gota de miel viene desde tu herida
hacia mi boca mientras llueve desde el suelo
al cielo.
La distancia se retuerce por las carreteras
sudando viento, sudando viento.
La distancia se retuerce por las carreteras
dejando al trance con un mal viaje.
Sus pupilas inmensas ya no me besan
y hoy mis párpados también son
rejas.
Es una pena, es una pena.
Una gota de miel viene desde tu herida
hacia mi boca y yo sé seguro que no llegará.
Madrugada
Con la cara hinchada,
los labios estirados,
el pelo en guerra,
el dedo índice de un fantasma señalándome
y una nube de plomo sobre mi casa,
me acuerdo de ti, me acuerdo de ti
y el espejo me contesta con una sonrisa.
Con los ojos nublados,
la lengua seca,
el dolor en los huesos,
un asesino escribiéndome un anónimo
y una nube de plomo sobre mi casa,
te recuerdo esta madrugada,
yo te recuerdo esta madrugada
y el espejo me devuelve una sonrisa.
No puedo caminar
No puedo caminar.
En mis hombros hay plomo
y los hombres perdiendo una guerra;
en los pies un mapa de venas.
No puedo caminar.
Aún siendo pirata de gran corazón
y uñas en la lengua y años.
Excelente infección pulmonar
y orejas como ceniceros esparcidas por mi casa.
No puedo caminar.
Grito lo que he de cantar
en la puerta de mi alma,
aunque mis huesos sean tuberías
de leche de suicidio.
Pero los locos enlosan mi camino
con momentos imprecisos,
con rombos de suelo oliendo a casco viejo.
Pero los locos asfaltan mi camino
techado las tumbas,
vengando a los brazos desembarrados.
Excelente infección pulmonar
y orejas como ceniceros esparcidas por mi casa.
No puedo caminar.
Y estiro mis piernas
para expresarme con poca claridad,
nado en el agua,
araño la tierra con las ideas del hilo
del casquero;
perfectamente, no puedo caminar.
Y las gafas de buceo perdidas,
soplando el oxígeno como si fuera un fliscornio
llorando a su trompeta puta.
Ante mi sombra,
yo me confieso piloto jadeante pero rápido.
Excelente infección pulmonar
y orejas como ceniceros esparcidas por mi casa.
No puedo caminar.
Y me calzo unas botas
de mi propia piel ácida
en la tormenta azul de vuestros sesos
domados a golpes de sustancias.
Nieve roja
Cuando llegue el año de nuestra muerte;
cuando el sol enfríe en vez de quemar,
abrazados y abrasados en la nieve roja,
zapateando en nuestro beso letal,
lloraremos y el llanto será risa,
sufriremos y el sufrir una canción.
Cuando el alma nos diga que se marcha
y la brisa se convierta en huracán,
fumando nuestros labios,
bebiendo nuestro amor,
susurrando los gritos,
recordaremos lo que el tiempo no nos dio.
Cuando llegue el año de la muerte;
cuando el sol enfríe en vez de quemar,
abrazados y abrasados en la nieve roja,
zapateando en nuestro beso letal,
lloraremos y el llanto será risa,
sufriremos y el sufrir una canción;
callaremos nuestros nombres,
licuaremos los deseos,
quemaremos las palabras
en esa dulce canción.
Fumando nuestros labios,
bebiendo nuestro amor,
susurrando los gritos,
saboreando el final,
recordaremos lo que el tiempo no nos dio.
Puerta de amor
Hay una casa sola sin luz
donde yo logré ocultarme,
y allí poder mi tristeza llorar
de un ayer cruel e infame.
Algunas horas allí pensando
pero nada conseguí,
de pronto en la cama estaba yo
y llorando al fin me dormí.
Y entre mis sueños yo me ví
te ví en la nueva calle
buscando la puerta del amor
y yo ya no sufrí al ver que esa puerta
se abre.
Hoy siento dentro de mí el amor.
Contento y sin dudas desperté
recordando aquella calle
de un pueblo llamado libertad
donde yo llegué a encontrarme,
salté de la cama bajé al bar,
tu te hallabas junto a mí,
perdona, te dije, sonreí, me miraste y
fui feliz.
Y entre mis sueños yo me ví
te ví en la nueva calle
buscando la puerta del amor
y yo ya no sufrí al ver que esa puerta
se abre.
Hoy siento dentro de mí el amor.
Junto a la puerta del amor te hallé y
logré besarte,
mis sueños son ya realidad,
junto a la puerta del amor te hallé y
logré besarte,
te siento dentro de mí.
Sangre de perro
Sangre de perro en la puerta trasera de
mi alma
y en todo el suelo de la ciudad.
Sangre de perro en mi sangre de perro
y en los árboles artificiales de navidad.
Hoy es año nuevo,
un ciego me mira sabiendo
que mi cabeza está triste huyendo del
tiempo.
Hoy es año nuevo
y parece un viejo sin carne
pero muriendo contento en la magia marchita del
rey Gaspar.
Sangre de perro en la niebla de la carretera,
en las señales y en los cruces.
Sangre de perro en los gritos,
sangre de perro en los vasos,
sangre de perro en los rios,
sangre de perro en tus piernas.
Sangre de perro en mi sangre de perro
y en los árboles artificiales de navidad.
Sangre de perro en ningún perro,
en tu gasolina, en tu ropa, en tu edad.
El año comienza enamorado
y los perros se han ido del mundo
robando todas las bombillas,
dejando corazones destrozados y niños
abandonados
en charcos de lluvia hirviendo,
y me falta un beso,
y esa canción me hace lágrimas,
lágrimas de sangre de perro.
Sangre de perro en la nieve de mentira,
sangre de perro en la negra navidad,
sangre de perro en los labios cortados,
sangre de perro adornando tu sombrero,
sangre de perro inundando tus botas,
en la noche de reyes sangre de perro,
sangre de perro en el champán...
Sangre de perro en mi sangre de perro
y en los árboles artificiales de navidad.
Agrio beso
Ella puso su mano en el fuego,
las estrellas escupían lodo en nuestras
cabezas,
los caballos desbocados hacia el centro de la
tierra.
Ella cortó su mano con un cuchillo de
hierro,
el suelo estaba mucho más quieto que nunca,
era yo el que temblaba,
era yo el que temblaba.
Los blancos de un gitano mirando al lado rojo
del cielo,
ella me entregó su mano gimiendo
para que yo la comiera,
el mar parecía muerto crucificado en una
cruz de hielo
. Había cientos de niños sin pelo
sudando años enteros.
Había cientos de niños sin pelo
en la casa del ciervo enfermo.
Agrio beso.
Yo comí la escasa carne de aquella mano
y le dí a ella los huesos,
el vino que yo bebía sabía a amoniaco
dulce.
La tormenta de sus ojos produjo un estruendo
y los niños se mataban en casa del ciervo
enfermo.
Era yo el que temblaba,
era yo el que temblaba.
Ella hizo un collar con sus huesos,
un muerto aplaudía y le crujía
el esqueleto.
El silencio tenía forma de mujer,
una rata fumaba un cigarrillo
y tocaba la guitarra para espantar a los ángeles
de aquel prado sin tiempo.
Agrio beso.
Ella me colocó el collar alrededor del
cuello,
todas las piedras gruñían,
los árboles clamaban sangre.
Un escorpión azul empezó a cantar
agudo
golpeando un tambor
mientras aquel demonio silbaba y se emborrachaba,
entonces averigüé que no estaba en
el infierno,
y ella me puso el collar,
me abrochó para siempre
y me pidió los labios.
Era yo el que temblaba,
era yo el que temblaba.
Labios repletos de púas
Caí desde la luna hasta tu casa
y me llené los labios de púas;
mil gatos suicidándose.
Y yo te besé con mis labios repletos de
púas
en el momento de la catástrofe.
Caí desde la tierra hasta tu casa
y me llené los labios de púas;
mil perros suicidándose.
Y yo te besé con mis labios repletos de
púas
en el momento de la catástrofe.
Caí desde el sol hasta tu casa
y me llené los labios de púas;
mil leones suicidándose.
Y yo te besé con mis labios repletos de
púas
en el momento de la catástrofe.
Ritmo en la ciudad
Era bien entrada la noche,
la luna no tenía dinero para coger un
taxi
ni yo tampoco.
Caminaba dejando una estela de culebras,
los caracoles se reían de mí,
las farolas hacían reverencias
o bien estaban hartas de estar de pie.
La cidad se encogía de frío
y el aire era rosa,
como sin piel.
El aire era rosa
como sin piel.
Vi a una pareja devorandose en un rincón,
desaparecieron en un segundo
dejando allí tiradas sus sombras borrachas.
Están acariciando mi cabeza ritmos equivocados,
cuando al desdoblar una esquina
aparecieron dos basureros vestidos de carnaval,
s
u camión rugía hambriento detrás
de ellos,
un vagabundo dormía a voces a dos metros
de mis pies,
los basureros lo agarraron de la cabeza y las
piernas,
lo llevaron silbando hacia el camión
y allí dentro lo arrojaron.
Ni un sólo grito en la noche.
Oí crujir sus huesos
o quizá fueron las patas de un mueble
abandonado.
El camión dejó sus huellas,
y un taxista me abrió la puerta.
Entré y apoyé un codo en el infierno
y alguien me escupió lava en un ojo.
La ciudad se encogía de frio
y el aire era rosa
porque no tenía piel,
la perdió hablando de algo a alguien en
algún sitio.
El aire era rosa porque no tenía piel