En la estación de ferrocarril todas las rubias lloran la despedida de sus novios, soldados débildes del infierno. Llueve allí lo que solo las perlas saben, y entre rezo y rezo de madre angustiada, la melodía del tren escupe sin decir hola ni adios. Y las rubias reirán mañana en el abrazo de algún camionero borracho. Los soldados del infierno serán engañados, y por su frente caerá sudor de sangre, mientras en las malas calles los padres abusan de sus hijas y los asesinos violan a mujeres con batidoras y navajas. Hoy el sol es como una gota de miel coagulada que sonroja las mejillas de los violinistas, mientras las esferas espejadas de las salas de fiesta reflejan agujas infectadas y las lentejuelas de los transexuales. Besos secos en la adolescencia, y uñas rotas pintadas de rojo. Son las caricias del recuerdo como mil oboes vomitando cristal. Es el ruido de la estación. He dejado la estación. He dejado la autopista, y voy conduciendo por carreteras estrechas carcomidas por la ansiedad de un millón de viajes como velas arrancadas del corazón del amor, que solo esperan un accidente en la víspera de la Navidad. Llevo en mi bolsillo tus labios fríos y San Cristobal sonríe pensando en tu vestido transparente de oscura noche en mis pensamientos. aparece en el disco de Suso Saiz "live solo performances" |